¿En qué creer?
Como padres, recibimos tanta información ambigua acerca de la alimentación que es común que entremos en conflicto con nuestros hijos y con nosotros mismos. La ruta adecuada para entenderlo es observar las primeras causas de mortalidad y accidentes en la infancia.
Como primera causa de la mortalidad infantil tenemos los accidentes, como ahogamientos en piscinas, golpes, asfixia, tráfico, caídas de alturas, descuido con armas, todos estos controlables por nosotros los adultos, son la causa número uno de muerte infantil. La segunda causa, son los movimientos anti-vacunas, al día de hoy la salud pública ha mejorado considerablemente la cobertura y acceso de la población a las vacunas; sin embargo, no vacunarse es un grave error que hace que se pierdan miles de vidas. La tercera causa es la hostilidad familiar y social, los niños con peor autoestima tienen mayores riesgos de trastornos alimentarios, obesidad y trastornos de comportamiento, así como tendencias suicidas.
Después de analizar las principales causas de muerte, enfermedades y trastornos, y teniendo a nuestros hijos en un ambiente seguro, podemos iniciar a hablar de alimentación y nutrición. Sin duda, la leche materna es el elemento más importante en la primera infancia. Se asume que la lactancia es una práctica habitual; sin embargo, no lo es, puesto que la salud pública ha descuidado las campañas de concientización. Es frecuente escuchar a mujeres que no quieren lactar por vanidad y, en la actualidad, por información errónea que carece de evidencia científica, corre el rumor de que la leche materna cura el cáncer, lo que ha generado un comercio virtual de botellas etiquetadas como leche materna, mal manipulada y en algunos casos adulterada, privando a los niños de sus vitales beneficios.
Es incoherente que después de fallar en la seguridad básica de la primera infancia se exija y se agobie a niños en edad escolar con rigurosas dietas de todo tipo, siendo casi siempre la que sea más popular en redes en el momento. Estudios realizados con diversas familias nos muestran que la mejor manera de educar a los niños en el autocuidado y la alimentación saludable y responsable es el cuidado y la alimentación de todos los miembros de la familia, “lo que haces por encima de lo que dices”.
Otro factor a considerar es la disponibilidad en el hogar de productos procesados y alimentos superfluos. Alberto Soler y Conchin Roger, autores del libro “Hijos y Padres Felices”, nos explican que lo prohibido o lo que hace daño, si está en casa, es de difícil contención. La disponibilidad en el hogar es determinante para que no se puedan construir buenos hábitos nutricionales. Si en casa siempre encuentran bebidas azucaradas, dulces, frituras, pastelería industrial, jamás van a sobreponer los alimentos saludables.
Michelle Obama promovió la campaña Cinco, Dos, Uno, Cero. Una campaña sobre los pilares del entorno infantil saludable, números que deberían estar presentes en todos los hogares y con el fin de establecer hábitos seguros en casa.
- Cinco raciones de frutas y hortalizas. Explica el programa que no hay que pasar por obligarlos, pero la neurociencia nos explica que mantenerlos al alcance y a la vista constantemente hará que su cerebro los integre a sus deseos y a su rutina.
- Dos horas máximo de pantallas al día incluida la tv. La publicidad cumple con su propósito de vender y su estrategia es confundir a los niños engañandolos con superpoderes o juguetes si consumen ciertos alimentos superfluos o dañinos que después son casi imposibles de desprendérselos de las manos en las visitas al supermercado. La falta de ética publicitaria que aparece en medio de juegos, videos, tv, aplicaciones es un bombardeo directo al cerebro infantil en constante formación.
- Uno, practicar un deporte o hacer actividad física una vez al día. Mantiene los niveles químicos del cerebro, fortalece la autoestima, mejora el apetito y el sueño.
- Cero bebidas azucaradas y zumos. Las bebidas azucaradas y zumos industriales no constituyen alimento alguno, no son gaseosas ni contienen productos naturales, son líquidos cargados de azúcar, cafeína y conservantes que alteran los ciclos de sueño, producen diabetes y generan grandes cargas de energía que después un niño no puede controlar.
Celebrar no siempre es comer
Tradicionalmente, se han asociado las recompensas o celebraciones a la alimentación. Frases como «si ganas el examen vamos a comer hamburguesa», «puedes pedir todo lo que quieras», «vamos a celebrar en grande con mesas llenas de dulces» son habituales en nuestros entornos. Si bien las licencias hay que concederlas y una excepción no daña el hábito, si son muy frecuentes, podemos considerar que tan importantes son para nuestros hijos otro tipo de recompensas: una tarde de deporte compartido, unas horas de juegos, una salida fotográfica, una visita al zoológico o al parque. Considerar estos espacios y llevar consigo un kit balanceado donde el snack se haga en casa, vigilando cantidad, peso, ingredientes, incluyendo salsas caseras, complementando con frutas y mejorando la ingesta de agua, y haciendo parte a nuestros hijos de la preparación, puede ser un gran momento de unión y construcción familiar, así como un refuerzo de buenos hábitos.
Alimentación Sana, Cuerpo y Cerebro Sanos
Las investigaciones recientes y la evidencia más sólida demuestran la relación entre la alimentación y el desarrollo cerebral. Un niño mal nutrido es un niño con grandes dificultades de aprendizaje. Más que seguir la dieta de moda, una dieta saludable básica incluye verduras de hoja verde, frutos rojos, cereales, leguminosas, carnes, pescado, aves de corral, alimentos que aporten energía. Para determinar un balance en cantidades y aportes que cada niño necesita, lo recomendable es asistir al especialista para que haga una dieta personalizada, donde se tengan en cuenta datos como peso, talla, etnia, cultura, antecedentes, gustos y maneras de abordaje para que sea una experiencia constructiva, no una pelea constante.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece pautas y recomendaciones para la nutrición infantil con el objetivo de garantizar un crecimiento y desarrollo saludables de los niños. Algunas de las principales recomendaciones de la OMS en cuanto a nutrición infantil son:
- Lactancia materna exclusiva: La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida. Esto significa que el bebé debe recibir únicamente leche materna, sin ningún otro alimento ni líquido, incluida el agua, a menos que sea médicamente necesario. La leche materna proporciona todos los nutrientes que el bebé necesita en esta etapa, además de brindar protección contra enfermedades.
- Introducción de alimentos complementarios: Después de los seis meses, se recomienda comenzar a introducir alimentos complementarios mientras se continúa con la lactancia materna. Se deben ofrecer alimentos semisólidos y luego sólidos, como purés de frutas y verduras, cereales infantiles y carnes magras. Es importante asegurarse de que estos alimentos sean adecuados para la edad del bebé y se introduzcan de manera gradual para evitar alergias y problemas digestivos.
- Variedad y diversidad en la alimentación: Se debe promover una alimentación variada y diversa, incluyendo una amplia gama de alimentos nutritivos como frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y lácteos. Esto garantiza que el niño reciba todos los nutrientes necesarios para un crecimiento y desarrollo adecuados.
- Limitar el consumo de alimentos procesados y azúcares añadidos: Se recomienda limitar la ingesta de alimentos procesados, alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares añadidos, ya que pueden contribuir a problemas de salud como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares en la infancia y más adelante en la vida.
- Promover hábitos alimenticios saludables: Es importante promover hábitos alimenticios saludables desde la infancia, como comer en familia, evitar el consumo excesivo de alimentos frente a pantallas, y fomentar la hidratación adecuada con agua.
Estas son solo algunas de las recomendaciones básicas de la OMS en cuanto a nutrición infantil. Es importante tener en cuenta que las necesidades nutricionales pueden variar según la edad, el sexo, el estado de salud y otros factores individuales, por lo que siempre es recomendable consultar con un profesional de la salud, como un pediatra o un nutricionista, para obtener orientación específica para cada niño.
Alejandra Victoriana Ramírez Pérez