Vivimos en un mundo donde cada día y en cada segundo de nuestra vida tomamos decisiones: desde qué vamos a ponernos, cómo debemos lucir, qué queremos comer, cómo pagaremos las cuentas, entre otros aspectos. Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta de que cada vez que actuamos de esta manera, estamos poniendo en peligro nuestra salud mental, según lo interpreta nuestro cerebro.
El consumismo se refiere al comportamiento de adquirir y gastar constantemente bienes y servicios, impulsado en gran medida por la creencia de que la posesión de estos productos conduce a la felicidad o al estatus social. Si bien el consumo en sí mismo no es inherentemente perjudicial, cuando se convierte en el enfoque principal de la vida de una persona, puede tener efectos negativos en su salud mental.
La insatisfacción constante es uno de los efectos nocivos del consumismo, ya que promueve la idea de que la felicidad y la satisfacción personal se alcanzan a través de la adquisición de bienes materiales. Esta búsqueda constante de tener más puede generar una sensación crónica de insatisfacción, ya que siempre habrá algo nuevo que se desee adquirir. Esto crea un ciclo interminable de búsqueda de gratificación externa, lo cual puede afectar negativamente nuestra autoestima y bienestar emocional.
La comparación social basada en posesiones materiales, estatus y la influencia de la publicidad y las redes sociales a menudo nos presentan una imagen idealizada de la vida y el éxito. Esto puede generar sentimientos de inferioridad, envidia y baja autoestima cuando nos comparamos con los demás, lo cual afecta negativamente nuestra salud mental. Otros desencadenantes que afectan la salud mental son el endeudamiento y el estrés financiero, como endeudarse para adquirir bienes que no son realmente necesarios. Estas preocupaciones pueden generar estrés crónico, afectar el bienestar emocional y aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad y depresión.
En la mayoría de los casos, el consumismo prioriza lo material por encima de lo emocional, dando más importancia a las posesiones materiales que a las relaciones interpersonales y al bienestar emocional. Al enfocarnos principalmente en adquirir bienes y satisfacer deseos materiales, podemos descuidar nuestras relaciones personales y nuestra conexión social, incluyendo la conexión con la familia.
Si consideramos el impacto del consumismo en la salud mental, no podemos dejar de lado su impacto ambiental. El consumo excesivo contribuye al agotamiento de los recursos naturales y al deterioro del medio ambiente.
Además, es importante destacar que en la actualidad las clínicas de salud mental están enfrentando una situación de colapso. El aumento en los casos de trastornos mentales relacionados con el consumismo y el estilo de vida actual ha llevado a un incremento significativo en la demanda de servicios de salud mental. Las personas están experimentando niveles más altos de estrés, ansiedad y depresión debido a la presión constante de adquirir y poseer bienes materiales, así como por la comparación social basada en las posesiones y el estatus.
En conclusión, el deseo desmedido de obtener productos crea efectos negativos del consumismo tanto en la naturaleza como en el medio ambiente. Esto puede generar preocupación y angustia sobre el futuro, lo cual puede afectar nuestra salud mental y bienestar. Es importante encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades reales y el consumismo excesivo, valorando nuestra salud mental y el cuidado del medio ambiente.
Maria Elena Londoño Galvis
Psicóloga. Especialista en Psicopedagogía
Referencias
Documental Netflix “El trabajo”
Vinyals, R. Albert, consumidor consciente. Análisis de los factores psicosociales implicados en el consumo sostenible a partir del estudio de miembros de cooperativas de consumo agroecológico. recuperado: tBhttps://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/393998/avir1de3.pdf?sequence=